martes, 7 de septiembre de 2010

Exposición de dibujos de Shirin Salehi

El encuentro, de Shirin Salehi. Del 16 de septiembre al 16 de octubre de 2010. Bar El Azul, calle Fúcar 1 (Madrid). Inauguración el 16 de septiembe a las 20 horas.

domingo, 30 de mayo de 2010

Invitado: Jesús Fabregat

La princesa, acostumbrada a las embestidas de placer que le proporcionaba su amante, el dragón, apenas sintió nada mientras el caballero ejecutaba con torpeza su pretendida violación.

Insatisfecha, y falta del cariño con que su amante alado adornaba sus noches, la princesa entretiene sus cuatro años de gestación envenenando poco a poco al impotente mortal que la mantiene encerrada. Algunas mañanas, entre arcadas, siente ya pequeños coletazos en el vientre.

sábado, 29 de mayo de 2010

Lectura de poemas en Madrid

El jueves 17 de junio, a las 20 horas, en la librería Malañasa 23 (calle Manuela Malasaña, 23), leeré poemas junto con las poetas Bárbara Butragueño y Cristina Falcón.

viernes, 28 de mayo de 2010

Tres nanocuentos

El caballero mató al dragón y rescató a la princesa. Sucio de sudor y sangre, la violó ahí mismo, en la torre. Luego se la llevó a su castillo. Desde entonces ella le prepara la cena, le cose los botones, le lava los calcetines. Piensa a menudo en el dragón.

Relato finalista de la semana del 24 de mayo del Premio Revista Eñe de Literatura Móvil

* * *

Cuando el armario estuvo lleno de cadáveres y no pudo cerrar la puerta, se sentó sobre la cama y se echó a llorar. Cuando la habitación estuvo lleno de cadaveres y no pudo cerrar la puerta, se sentó en el sofá y se echó a llorar. Cuando la salita estuvo llena de cadáveres y no pudo cerrar la puerta, se sentó en el suelo y se echó a llorar. Cuando el pasillo estuvo lleno de cadáveres y no pudo cerrar la puerta, se sentó en la escalera y se echó a llorar.

* * *

Mamá chilla hormigas por todas partes en la hierba la ropa Lolo estira un dedo qué asco en el tanga de mamá papá entra en casa yo me quedo quieta las miro corren mamá coge a Lolo buscan el hormiguero Lolo tiene una en la mano sopla yo no me atrevo a moverme todo se llena de hormigas estarán buscando comida para alimentar a la reina dice mamá muy bajito ya no tienen reina ni queda nada que comer dice papá mientras las rocía con gasolina alcánzame el mechero dice.

viernes, 7 de mayo de 2010

Cambio de última hora

La lectura de poemas de esta noche es en Casablanca, calle Santa Isabel 23 (metro Antón Martín), a las 19.30.

martes, 4 de mayo de 2010

«Si no podemos bailar no nos interesa la revolución»

Leeré poemas en Ladyfest el viernes que viene (7 de mayo) a partir de las 20 horas. En la Tabacalera de Lavapiés (calle Embajadores, 53, Madrid).

domingo, 25 de abril de 2010

Mamá dijo que se había hecho la prueba de la rana y que iba a venir un príncipe. He vaciado el estanque y he matado a las ranas. Yo soy el rey de la casa.

Relato seleccionado (además del que quedó finalista) para el libro del IV Concurso literario de hiperbreves movistar que se publicó el viernes con motivo del Día del Libro.

miércoles, 6 de enero de 2010

Medio lleno

Mediada esta madrugada de enero,
desde la habitación más ruidosa de esta casa
en medio de Madrid
oigo pasar un coche y luego otro.
Y entre medias
el trino desacompasado y solitario
de un mirlo.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Ya sin fiebre, miro por la ventana:
la niebla cubre la calle;
pronto amanecerá.
Nos vamos haciendo viejos
y la feroz ternura
con que amarramos nuestras bocas al aquí mismo,
ahora mismo,
nos hace, además, cómplices de amor.

Nos vamos haciendo
a tantas idas y venidas,
al sabor de lo eternamente efímero
de la felicidad y de la ausencia.

Nos vamos
y me dices:
«Aunque te vayas (la próxima vez será la definitiva, lo presiento),
ya no te echaré de menos porque ahora sé que nunca te irás de mí»
y yo digo que así es.

«Nos»,
y este plural
estalla en la boca como una estrella.
Algunos troncos de leña huelen dulce al quemarse
y otros desprenden un humo tan acre
que tengo que cambiarme de camisa
y lavarme el pelo.

Casa Soronells

Dentro del bosque,
la casa de piedra.
Tan silenciosa
que en la noche se oye una banda
de violines, tambores y cornetas
tocando en el otro extremo del mundo
(o del tiempo)
música de boda.

(Para Francesc y Mila, anfitriones)
Anochece
y el cielo, con todos sus colores,
se va haciendo cada vez más grande,
hasta devorar el sol,
todas las nubes,
el horizonte,
la carretera,
el coche;
hasta devorarme a mí.

Para Jesús Miramón, que también fue testigo

martes, 24 de noviembre de 2009

domingo, 22 de noviembre de 2009

“I don’t want it; I don’t need it” (Dzigar Kongtrül Rinpoche)

There is a story of a destitute beggar who had an experience of freedom from his own desperation. He lived in India during the time of the Buddha. The Buddha saw him in the street and could see that he had been reborn in a deprived state of poverty five hundred times over. The Buddha told this man that he would give him a bag of gold if he could say, “I don’t want it; I don’t need it”, three times. The beggar —so bereft of merit— had difficulty forcing out the words. But with the encouragement of the Buddha’s attendant Ananda, he finally choked them out, “I don’t want it; I don’t need it.” It was excruciatingly difficult. But he did it and received the bag of coins. This was the Buddha’s kind ploy to help the beggar cultivate a seed of contentment and positivity in his own mind.
I have always found this story particularly touching. So one year when I went to India to make offerings, I decided to try it myself. I had a bag of coins and I came across a beggar in Bodh Gaya, just like the one in the story. I told him I would offer him the bag of coins if only he could say, “I don’t want it; I don’t need it”, three times. It was painful to watch him so conflicted and unable to respond. I thought he would miss the opportunity entirely. After a while, some Indian boys gathered around and shopkeepers came out of their shops. I knew many of them, and so they trusted me and began encouraging him. Soon they all cheered together, “Just say it! Say it!” People walking by joined in. Finally, at some point, he did it. And each time he repeated the words, I could literally see his whole presence and demeanour shift from a state of impoverishment to a state of recognition —a recognition of some inner strength and richness, or merit, that seemed to emerge from deep within. In the end, he accepted the coins in a dignified and noble way.

From “Seed of Contentment”, in chapter 4 (Invisible Strings. A Case against Attachment) of Light Comes Through. Buddhist Teachings on Awakening to Our Natural Intelligence, by Dzigar Kongtrül (Shambhala Publications, Inc., 2008).